El misterio de la tumba vacía by Stefan Wolf

El misterio de la tumba vacía by Stefan Wolf

autor:Stefan Wolf [Wolf, Stefan]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras, Infantil, Intriga, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 1979-01-01T00:00:00+00:00


—A la entrada del bosque. Un momento… en seguida puedes mirar. El… —Tarzán no siguió hablando. El hombre rubio y él se cruzaban las miradas sin parar.

Ahora el supuesto Harry Smith se quitó los gemelos de los ojos y se dio la vuelta.

Tarzán no vio nada de su cara, pero sí que vio otra cosa.

Smith se movía con bastante dificultad. Agarró un palo que estaba recostado junto al haya y se apoyó pesadamente en él.

Desapareció cojeando por entre los árboles.

—Es verdad, es verdad —exclamó Tarzán—. He acertado. Está herido, no puede andar bien, pero… ¡qué mala suerte! Nos ha visto. ¿Habrá visto también a Funke? Si es así, sabrá entonces que hemos estado vigilando al buscador de hierbas y que, como estábamos aquí, observando la Tumba Vacía, lo hemos relacionado todo. El tipo es un delincuente. ¿Lo veis claro? El que destruye un avión para escaparse con el tesoro del jeque tiene una cara más dura que el cemento armado. A pesar de eso… —Tarzán se paró, se rascó la cabeza por entre sus oscuros rizos y después, con dos dedos tiró de su labio inferior, pensativo.

—¿Sí? ¿Y? ¿A pesar de…? —preguntó Gaby.

—Lo de Smith eran suposiciones. No hay nada que hayamos podido comprobar.

—A pesar de todo, es cierto —opinó Karl—. No puede ser de otro modo.

—Me sentiré completamente tranquilo —dijo Tarzán pensativo—, cuando todo llegue a estar tan claro como el agua.

—Tan claro como el caldo de albóndigas —se burló Albóndiga—. O como la tinta bien espesa.

—Sí —afirmó Tarzán dándose con un puño en la mano—, de eso me encargo yo.

—¡Mirad! —exclamó Gaby levantando sus azules ojos hacia el cielo—. ¿Qué es lo que pasa ahora?

—Me cercioraré de si se trata de Smith.

—¿Quieres ir a buscarle ahí dentro, al bosque?

—Claro. Con la herida que tiene está bastante disminuido. Sólo puede andar despacio. Le alcanzaré.

Albóndiga hizo con sus manos una especie de telescopio y lo sostuvo ante su ojo derecho.

—Está, diría yo, bastante lejos. Si me hacéis ir hasta allí, me agotaré y entonces tendréis que llevarme a casa en brazos.

—No hace falta que vengas conmigo —dijo Tarzán—. Que no se venga nadie. Voy a hacer de espía. Esto sólo lo puede hacer uno solo. Me esperáis aquí. Seguro que no tardo.

—Podríamos irnos ya al Molino del Infierno —propuso Albóndiga—, y beber una Coca-Cola fría mientras tú, haciendo de espía, andas bajo este sol abrasador. Así cada uno tiene lo que quiere.

—Ya sé que si no, te vas a desmayar —rió Tarzán—. Entonces, de acuerdo, nos encontramos en el mesón.

Gaby vaciló.

—No sé. Es demasiado arriesgado. Deberíamos estar cerca de ti.

—¡No, no! Willi tiene razón. En el mesón estáis mejor. De todas maneras, no me podéis ayudar.

Por supuesto, Tarzán había dicho eso porque no quería que Gaby corriese peligro alguno. Tal como iban sucediendo las cosas, sería demasiado arriesgado para ella.

Gaby insistió un poco más; pero Tarzán la convenció y los tres, con Oscar, emprendieron el camino hacia la cañada. Tarzán inició su paso ligero con rumbo hacia la arboleda. Miró para atrás dos veces porque Gaby se había detenido.



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